martes, 28 de octubre de 2014

La Benevolencia del Viento, la Madera. Su aporte en El Pozo de Agua y El Caldero




En la tradición taoísta, al trigrama Sun, El Viento le corresponde el elemento Madera. La virtud de la madera es la benevolencia, la bondad. La madera, es la encargada de fijar la energía del Cielo en la Tierra. A través del proceso de fotosíntesis, La Madera toma la energía del sol y no solo se transforma ella misma en alimento, sino que produce el oxigeno indispensable para la vida en La Tierra. Por eso es benevolente.


El Viento, sinónimo de soplo, es considerado el aliento divino que desciende del Cielo en la mayoria de las tradiciones. 
El termino Pneuma, que significa viento o aliento, viene del griego y significa “Espíritu”. Espíritu de vida, el Aliento divino que da Vida a todo cuanto es.
En los textos bíblicos encontramos que Dios creó el hombre y luego soplo sobre él dándole vida a través de su soplo divino. De hecho cuando nace un bebe, el momento crucial es cuando deja de respirar a través del cordón y lo hace por primera de forma independiente dando su primera bocanada de aire.

Sun es la hija mayor, El Viento, lo penetrante, gentil y suave. Es el viento atravesando las hendiduras, es la madera y sus raíces penetrando en el suelo. Esto lo hace adaptándose y rodeando los obstáculos. Este trigrama también plantea la imagen del viento dispersando cosas. Psicológicamente es la suavidad que dispersa la dureza y la ira. Es  la idea de la suavidad que penetra a través de las  hendiduras de nuestras defensas mentales. Así nuestras ideas se aclaran y despejan. Por eso es la forma en que comprendemos. Es el entendimiento, la unión del amor.

Es cierto que el Viento, también puede ser causa de inquietud e inestabilidad. Estas mismas características hacen que a veces, debido a la inconstancia de ir y venir, pueda disipar su propia energía. Por eso es también la indecisión; o la indiferencia que hecha perder o arruina una situación, como lo plantea el Hexagrama “El trabajo en lo Echado  a Perder”.
  
El trabajo en lo Echado a Perder 
Hexagrama 18


Pero, volvamos a la benevolencia de La Madera. Este trigrama se encuentra en la base de los Hexagramas “El Pozo de Agua” y “El Caldero”. Estos dos hexagramas son considerados tradicionalmente como los hexagramas con los cuales el mismo I Ching se define a sí mismo. Una de las características de estos dos Hexagramas es que ambos son los únicos representados como objetos artificiales y concretos. 

Desde esta perspectiva, este Maestro Sabio, que es el I Ching,  en una clara expresión de  humildad se presenta a si mismo, a través de estos dos signos, como herramienta para el desarrollo de lo humano. Es como si el sabio nos dijera: Utilízame, nútrete de mí,  me ofrezco como herramienta”  

Mucho se ha dicho sobre estos dos hexagramas. Y cada uno de ellos requiere de un profundo análisis que excede este artículo. Por eso en esta ocasión nos referiremos a ellos en su relación con trigrama El Viento.

En el Hexagrama 48, El Pozo de Agua,  tenemos en el trigram inferior Al Viento, y en el trigrama superior El  Agua.
El Pozo de Agua 
48

Pozo de Agua 
Hexagrama 48

El Agua es humilde, su movimiento es descendente, limpia indiscriminadamente, llevándose las impurezas. Es profunda, honda, no conoce el fin. Se lanza a un abismo, no especula no mide. Como virtud  representa la profundidad de la sabiduría. 
El Agua fluye a lo que le es natural, rellenando los lugares más profundos de uno mismo.


Modelo de cerámica Han de un pozo de agua
 techado con un balde

El Viento, que es Suave, y como decíamos recién, una de sus características es movilizar suavemente, incitar e influir.  Es el encargado de movilizarnos, despejarnos extrayendo de las profundidades de El Pozo, la sabiduría del Agua. Un Agua Viva, dadora de Vida. Por eso "...de esa Agua se puede beber". El agua nutre la madera, le da vida. Siempre que profundicemos, penetrando y despejando creencias fijas y cristalizadas, dejándonos nutrir por la refrescante sabiduría del Agua.  


En Hexagrama 50, "El Caldero" tenemos El fuego arriba y el Viento abajo
El Caldero
Hexagrama 50 
 Li, El Fuego, alude a la claridad que se obtiene al adherir a algo superior a uno mismo a través de la docilidad. Está relacionado a la devoción, porque uno adhiere a algo, a una creencia una idea o un principio. Es la conciencia, la percepción, el aclarar e iluminar.  

Caldero trípode ceremonial de bronce chino, 
del tipo «Li-ting»


En El Caldero, El Viento, La Madera,  es quien da alimento a la llama que nos transformará e iluminará, dentro de este atanor alquímico que es El Caldero. El Caldero transforma los alimentos crudos en cocidos, como el plomo representado por lo más básico y elemental de nuestra naturaleza humana en nuestro oro alquímico.

Tanto el Agua como el Fuego en la mayoría de las prácticas espirituales están vinculados al bautismo y la iniciación. Hallándose presentes como símbolos de purificación, limpieza, regeneración transformación del espíritu y la iluminación.

En estos Hexagramas El Viento, lo suave y penetrante y benevolente presencia de la madera se ofrece como medio, un puente entre dos realidades, la mundana y la divina, una perceptible y palpable y otra sutil e inasible.  


lunes, 21 de abril de 2014

El I Ching Hoy. Un Sabio en casa

El I Ching Hoy. Un Sabio en casa



Articulo publicado en la edición de octubre 2013 
Revista uno Mismo
La sabiduría de este milenario libro sagrado, proviene de las observaciones obtenidas por Sabios y Santos de la antigüedad, los que al observar el movimiento cíclico de la naturaleza, supieron representar mediante símbolos abstractos los arquetipos de una realidad multidimensional en constante interacción y movimiento. De este modo, le imprimieron su conocimiento profundo y esotérico sobre la humanidad, el universo y sus ciclos.

El I Ching nos muestra además de  una cosmogonía, las leyes que regulan el  acontecer universal desde una mirada macro cósmica.
Desde esta mirada, que nos incluye como el fractal del universo que somos, es que podemos plantear que cada hexagrama del Libro de Los Cambios, nos muestra una escena de índole universal, en correspondencia a la cualidad del tiempo que nos corresponde experimentar. Una escena en la cual el universo interno y el externo, se rigen por las mismas leyes.
Es por eso que resuena, como todos los lenguajes simbólicos, en el principio hermético de correspondencia: “Como es arriba es abajo” .
Al ser un tratado de alquimia taoísta, El Libro de la Mutaciones utiliza el lenguaje de la energía señalando un camino de transformación interior. Orientándonos sobre cuál es la mejor actitud a tomar en cada momento. Siempre en función del estado de conciencia en que nos encontremos.

Cuando nos ponemos en contacto con textos sagrados, una de las características que los distinguen, es que estos se encuentran redactados con un lenguaje metafórico y poético.
Este tipo de lenguaje, además de utilizar elementos de valor simbólico e  imágenes literarias, requiere, para su interpretación, de una actitud  abierta y receptiva de nuestra parte ya que tiene la cualidad de ablandarnos, abrirnos, atravesar las corazas más duras de nuestra personalidad y  tocarnos el corazón.

La indagación y el contacto con un lenguaje esotérico es una llave que abre otro canal de comprensión, el cual nos conduce a dar una vuelta más en nuestra espiral de desarrollo. Donde el mismo texto frente a una conciencia más o menos amplia opera y se devela de maneras muy distintas. 
Veámoslo en un ejemplo:

El hexagrama 26 “La Fuerza Domesticadora de lo Grande” habla de un gran poder, que se despliega en un tiempo determinado y es importante no solo comprenderlo sino emplearlo correctamente.

Convengamos que el tiempo, además de ser el medio para la realización de todo lo posible, es esa espiral que une el pasado con el presente en una trama de acontecimientos y vínculos.


La imagen del hexagrama 26 “La Fuerza Domesticadora de lo Grande” nos dice:
 “El cielo en medio de la montaña:
La imagen de La fuerza domesticadora de lo Grande.
Así el noble se familiariza con multitud de dichos de tiempos remotos y de hechos del pasado, a fin de afirmar de esta suerte su carácter.”


La Montaña está llena de misterios y tesoros ocultos. Energéticamente, además de detenernos y aquietarnos, tiene la cualidad de rescatar lo valioso del pasado y traerlo al presente. Mostrar nuestros tesoros, internos y seguramente hasta el momento  ocultos.  De hecho en las montañas encontramos, minas de oro, plata y carbón. Pensemos que desde épocas ancestrales los hombres se han retirado a las montañas en busca de silencio, para ponerse en contacto, en un profundo encuentro, consigo mismos y con la divinidad.
   
Este hexagrama trae al presente la joya de Lo Creativo, la potente fuerza creadora del Cielo, con sus leyes, enseñanzas y verdades. Invitándonos a ponerlas en práctica hoy.
El I Ching expresa que la circulación del Cielo promueve la renovación constante, dando cuenta de una realidad en continuo movimiento, interacción y cambio. En este caso La Montaña lo contiene y permite que se exprese actualizado y vivificado en nuestro interior. Ubicándonos  en tiempo y espacio  presente, mostrando un camino de transformación y despliegue, a miles de kilómetros y hace miles de años del momento de su postulación.
Esta es la característica de la filosofía perenne que rodea al I Ching.
Estas verdades de naturaleza universal, encriptadas en forma de metáforas en los textos del I Ching, conforman el legado de la experiencia universal de la humanidad. Una humanidad que, de la mano de hombres de conocimiento, filósofos, sabios y santos, de distintos  tiempos, comprende y llega a un acuerdo sobre determinadas verdades referidas a la condición humana, la evolución de la consciencia y cómo acceder a lo Trascendente.

Desde esta visión es que un sabio maestro Chino, en algún rincón de un antiguo imperio y en contacto con lo trascendente se inspira hace 3000 años; y yo resueno hoy en Buenos Aires con esa misma imagen que me transmite una verdad y un sentido profundo para mi momento actual.   

Continuemos con el Poder de lo Grande. ¿Qué me quiere decir este hexagrama cuando lo recibo en una consulta?
En principio este Hexagrama me plantea que será preciso recordar para comprender. 
Los grandes maestros siempre nos dicen que en el proceso que llamamos de aprendizaje en realidad estamos recordando.  Rescatamos del pasado la semilla de lo que hoy me está sucediendo. Porque lo que me sucede hoy  es el resultado de un largo proceso. La montaña y el cielo nos están pidiendo aquietamiento y elevación. Una mirada más amplia. Devanar los hilos de una madeja enredados y reconstruir una trama.
Pero, ¿para qué reconstruir una trama del pasado? 
Simplemente porque si nos topamos con este hexagrama en una consulta, el I Ching me está mostrando que el tema por el cual consulto se enlaza con algo implícito desde siempre en mí.

Por eso en la versión de Richard Wilhelm nos invita a no comer en casa. Eso, requiere salirnos la rutina, ponernos en movimiento. 
En este sentido el hexagrama habla de un largo camino de auto conocimiento. Un conocimiento que me es propicio, porque me es propio, me pertenece. Y Justamente lo que me invita hacer al decirme “…Trae ventura no comer en casa. Es propicio atravesar las grandes aguas”, es nutrir y alimentar ese conocimiento que se encuentra en mi y desarrollarlo. Permitir que se despliegue saliéndonos de la rutina y poniéndonos en movimiento.
Para eso tengo que animarme a cruzar las grandes aguas. Es decir hacer un movimiento que implica salir de un estado de conciencia e ingresar a otro.


Al cruzar el agua dejamos una orilla, un estado de conciencia. 

Cruzamos el agua, atravesando nuestras emociones y temores, movilizándonos a consciencia para llegar a la otra orilla e ingresar a un nuevo estado de consciencia

Y aunque no podamos de primera instancia comprender como llegó ese conocimiento a nosotros dejamos de buscar explicaciones y nos aquietamos.
Entonces Lo Grande se mueve y nos mueve de forma impecable y con certeza intuitiva.



Tengamos en cuenta que al leer el I Ching, como todo libro esotérico, produce un efecto. Nos Lleva a un estado de conciencia, a otro nivel de comprensión.
Nos pone en contacto con lo que llamamos nuestro intuitivo conocimiento del Tao. Lo mismo sucede con todos los libros sagrados y las personas resonando con ellos. Ya sea un salmo en la Biblia, o un de los pasaje de La Torah (Torah significa dar en el blanco) o el Bhagavad Gita. Estos Grandes libros espirituales de la humanidad encierran, al igual que las líneas de esta trama que es el I Ching, las claves de nuestro desarrollo como humanos. Estas claves, se develarán paulatina y automáticamente en la medida que, a través de la práctica y la asimilación de los textos, vayamos acrecentando nuestra consciencia.

Quizá lo que necesitemos escuchar en una consulta de I Ching se encuentre en tres líneas del texto. En ese momento, sentimos que algo se abrió y me impacto por su resonancia. Y aunque sea por un instante, si lo sintieron, ya está. Después, al querer explicarlo, es muy probable que no puedan. No importa, no se preocupen. El primer paso está dado. En ustedes algo sucedió internamente, algo se modificó. Aunque no seamos totalmente consientes de eso.

El crecimiento personal es como ir quitándonos capas de ropa de encima. Cuando estamos demasiado arropados nos cuesta movernos con agilidad.
El exceso de ropa que dificulta nuestro movimiento, son aquellas creencias, o acuerdos que realizamos con nosotros mismos, conformando nuestra personalidad superficial. Esa personalidad es la que nos hacen responder a los acontecimientos de nuestra vida reaccionando de una manera predeterminada.
Cuando decimos “Siempre me pasa lo mismo” es porque siempre respondemos de la misma forma o desde el mismo punto de vista a los acontecimientos que nos rodean.
Al deshacernos de estas creencias o acuerdos, seguramente en un principio, nos sentiremos tan expuestos al riesgo como al frío. Nos desconocemos y nuestro entorno también.
Pero, en la medida que comenzamos a movernos con menos peso, deshaciéndonos de viejos mandatos y nos salimos de la rutina de nuestros propios condicionamientos “no comiendo en casa”, nos volvemos más ágiles y flexibles con la mente abierta y desestructurada.

De esa manera vamos entrando en calor y comenzamos a desplegar nuestros dones, dando respuestas nuevas, más creativas y por lógica consecuencia los resultados de nuestros actos comienzan a ser otros.
Laura Paradiso

jueves, 20 de marzo de 2014

Algo sobre la Paz Hexagrama 11


Cuando le pregunte al I Ching sobre qué tema quería que hablásemos en este artículo respondió con el Hexagrama 11 La Paz con mutación en las líneas 3 y 4.

Hablar de paz en estos tiempos quizá pueda ser un medio para intentar tocar, aunque más no sea por un instante, parte de este proceso tan necesario y evidentemente complejo. Proceso que por cierto excede este artículo.

Como primera medida, para intentar acceder a La Paz, necesitamos tomar consciencia de que formamos parte de un Cosmos. De un Cosmos absolutamente dinámico. De un orden que nos incluye y nos excede en su determinación. Comprender que ese orden implica estar en constante movimiento y circulación, adecuándonos y acompañando el ritmo que nos propone este Universo Vivo

Pero, ¿qué implica acompañar el ritmo de este Universo Vivo?
Como primera medida creo que implica soltar en el momento de soltar y construir en el momento de construir. Como sueltan sus hojas los árboles en otoño, atraviesan un invierno de latencia, para regresar fuertes y exultantes en la primavera. 

Eso, para el I Ching es estar en Paz.  Una Paz absolutamente dinámica, que incluye el reconocer que somos parte de este Universo Vivo y por lo tanto, al igual que él, estamos sujetos a ciclos.  

Es cierto que la Paz es un instante de equilibrio proveniente de un estado interno y personal, pero difícilmente podremos estar en paz si a nuestro alrededor hay conflictos querellas, peleas permanente. De hecho la explicación al Dictamen Wilhelm nos habla de un momento de concordia social, de un equilibrio proveniente de la vida en comunidad. Y claramente es esto lo que hoy estamos necesitando.

Cada vez que encaremos el análisis de un hexagrama, es importante que no perdamos de vista la cualidad de los trigramas que lo componen y cómo interactúan entre ellos según su posición.



En este caso, el hexagrama 11, La Paz, se compone de los trigramas Cielo abajo  y Tierra arriba.

La Paz
Hexagrama11
El trigrama del Cielo, Lo Creativo. Representa el principio Yang, activo. Mueve las cosas desde su fase germinal y representa los grandes comienzos. Es la fuerza espiritual que llevamos activa en nuestro interior, esa chispa divina. Una fuerza que pone de manifiesto nuestra singularidad. Es el carácter creativo con el que construimos nuestra realidad y nuestro destino, nuestras ideas y pensamientos. Es por eso que el símbolo de Lo Creativo, El Cielo; determina la dirección, el propósito y el camino en la vida.

Por otro lado tenemos a La Tierra.
La Tierra. Representa el principio Yin receptivo. Es La Madre Tierra. Está caracterizado por la entrega, la flexibilidad, la suavidad, la docilidad y la nutrición. Nuestro cuerpo.

Así como el Cielo representa el poder espiritual, La Tierra representa el poder de la materialidad, cuya característica es gestar, nutrir y dar a luz a los frutos de la creatividad. Es así como todo lo que existe es pensado e ideado por lo creativo; gestado y parido o realizado por lo receptivo. Estos dos principios trabajan juntos y están indefectiblemente unidos.
Ahora bien, Volvamos a La Paz
Cuando el Cielo, que es lo elevado, se coloca por debajo de la Tierra y la sostiene, sus fuerzas se unen en intima armonía y  todas las cosas prosperan. 

A diferencia del hexagrama 12 El Estancamiento donde estos mismos principios en distinta posición, Cielo arriba y Tierra abajo, se separan y las cosas se estancan, se paralizan o se enquistan. 

En tiempos de Paz las cosas prosperan porque lo que hay es, como primera medida, consciencia de que este equilibrio es absolutamente dinámico.
Esto quiere decir que todo proceso llega a un punto de plenitud, da un fruto. Luego se desorganiza para volver a moverse y lograr un nuevo punto de equilibro y encuentro. 



De este modo se despliegan las estaciones del año y los ritmos en la naturaleza.

La vida del hombre también se encuentra sujeta a estas pautas cíclicas, insertas en un sistema de relaciones. Donde tendremos periodos de prosperidad y otros de giro y reorientación. 

Uno de los malos entendidos que nos caracteriza a los humanos es creer que podemos hacer cualquier cosa en cualquier momento. Esta creencia echa por tierra todo intento de conexión con lo que pide el momento dado. 
Como decíamos recién: La naturaleza tiene sus ritmos. Hay momentos para sembrar y otros para cosechar. La acción del hombre, a lo largo de de la historia nos demuestra que ésta también se encuentra sujeta a ciclos. Y en eso radica el equilibro o no, con el cual intentamos organizar nuestra vida.

Así, todo comienzo es análogo a la primavera, la mañana y los brotes tiernos. La plenitud estará dada por el verano y el mediodía, el fruto. Luego llega un momento de asimilación y discriminación, donde desechamos lo que no sirve a través de la poda, en correspondencia al Otoño y la tarde. El invierno, en analogía con la noche, es un momento donde la planta despojada absolutamente de follaje aparenta morir. Sin embargo la vida se encuentra en estado de latencia para retornar en la Primavera.

Si consideramos que el I Ching es “El Libro de los cambios”, podemos afirmar que nada permanece en un estado determinado más allá del tiempo que le corresponde. 

El Sol se oculta y  los días se trasforman en noche. Las nubes y las tormentas no duran eternamente, las heridas cicatrizan y a la oscuridad del invierno siempre es seguida por una nueva primavera. 

Es inevitable que las cosas cambien, por perfectas que ellas puedan parecernos en ese momento. Sólo la certeza de que vendrán tiempos distintos puede conducirnos a un nuevo estado de equilibrio. 

Convengamos que el equilibrio es un instante. Ese instante podemos disfrutarlo o no, sabiendo que volverá a girar para alcanzar un nuevo estado de equilibrio, en otra proporción. 

El poder acompañar conscientemente este proceso dinámico es la manera en como las cosas prosperan. Y prosperan porque hay una profunda conexión y sobre todo coherencia. 
Coherencia porque lo fuerte sostiene a lo blando. Coherencia y encuentro entre la teoría y la práctica, lo que pienso y lo que digo,  con lo que siento y hago según el momento dado.

Puede sonar idealista, y posiblemente lo sea, pero considero nos encontramos frente a una gran oportunidad ya que no podemos dejar de ver estos dos extremos que hoy se expresan en nuestra sociedad profundamente polarizada. No podemos dejar de ver los dos extremos de un movimiento que nos empuja a ser consientes de sus polos para poder ser reconocidos e integrados. 
Pero esta oportunidad no queda sujeta exclusivamente a la capacidad o incapacidad de nuestros líderes, sean estos políticos o religiosos. Sino a la posibilidad que cada uno de nosotros tome dimensión de ello y nos entreguemos con conciencia a este proceso.


Parte del sentido de este signo radica en  que los que se encuentran en diferente condición se unan  manifestando una voluntad mancomunada. Reconociendo que el  estado de Paz es de naturaleza colectiva. Un momento de unión y florecimiento de lo humano, porque se hace consiente de una Ley del Ser. Donde el deseo de lo individual y personal se identifica con el interés de lo colectivo. Donde lo bajo y lo elevado se hallan equilibrados y en proporción.  Donde aquellos que se encuentran lejos – de nuestras ideas y creencias - no son olvidados y aquellos que se encuentran cerca no son favorecidos.  Una clara  imagen donde todos son incluidos.

¿Estamos listos para acompañar el movimiento de giro que estos tiempos proponen? O intentamos en pleno otoño pegar las hojas del árbol con cinta para que este no las suelte. Aferrándonos con uñas y dientes a un rígido modelo que lo único que nos promete es más fragmentación y por consiguiente  desgarramiento y conflicto.

Un claro optimismo me dice que sí.  Aunque por ahora... aparezcan más interrogantes que respuestas.
Laura Paradiso