En la tradición taoísta, al trigrama Sun, El Viento le corresponde el elemento Madera. La virtud de la madera es la benevolencia, la bondad. La madera, es la encargada de fijar la energía del Cielo en la Tierra. A través del proceso de fotosíntesis, La Madera toma la energía del sol y no solo se transforma ella misma en alimento, sino que produce el oxigeno indispensable para la vida en La Tierra. Por eso es benevolente.
El termino Pneuma, que significa viento o aliento, viene del griego y significa “Espíritu”. Espíritu de vida, el Aliento divino que da Vida a todo cuanto es.
En
los textos bíblicos encontramos que Dios creó el hombre y luego soplo sobre él
dándole vida a través de su soplo divino. De hecho cuando nace un bebe, el
momento crucial es cuando deja de respirar a través del cordón y lo hace por
primera de forma independiente dando su primera bocanada de aire.
Sun es la hija mayor, El Viento, lo penetrante,
gentil y suave. Es el viento atravesando las hendiduras, es la madera y sus raíces penetrando en el suelo. Esto lo hace adaptándose y rodeando los
obstáculos. Este trigrama también plantea la imagen del viento dispersando
cosas. Psicológicamente es la suavidad que dispersa la dureza y la ira. Es la idea de la suavidad que penetra a través
de las hendiduras de nuestras defensas
mentales. Así nuestras ideas se aclaran y despejan. Por eso es la forma en que
comprendemos. Es el entendimiento, la unión del amor.
Es cierto que el Viento, también puede ser causa de inquietud e inestabilidad. Estas mismas características hacen que a veces, debido a la inconstancia de ir y venir, pueda disipar su propia energía. Por eso es también la indecisión; o la indiferencia que hecha perder o arruina una situación, como lo plantea el Hexagrama “El trabajo en lo Echado a Perder”.
El trabajo en lo Echado a Perder
Hexagrama 18
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Pero, volvamos a la benevolencia de La Madera. Este
trigrama se encuentra en la base de los Hexagramas “El Pozo de Agua” y “El
Caldero”. Estos dos
hexagramas son considerados tradicionalmente como los hexagramas con los cuales
el mismo I Ching se define a sí mismo. Una de las características de estos dos
Hexagramas es que ambos son los únicos representados como objetos artificiales
y concretos.
Desde esta perspectiva, este Maestro Sabio, que es el I
Ching, en una clara expresión de humildad se presenta a si mismo, a través de estos dos
signos, como herramienta para el desarrollo de lo humano. Es como si el sabio
nos dijera: “Utilízame, nútrete de mí,
me ofrezco como herramienta”
Mucho se ha dicho sobre estos dos hexagramas. Y cada uno de ellos requiere de un profundo análisis que excede este artículo. Por eso en esta ocasión nos referiremos a ellos en su relación con trigrama El Viento.
En el Hexagrama 48, El Pozo de Agua, tenemos en el trigram inferior Al Viento, y en el trigrama superior El Agua.
El Pozo de Agua
48
Pozo de Agua
Hexagrama 48
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El Agua fluye a lo que le es natural, rellenando los lugares más profundos de uno mismo.
El Viento,
que es Suave, y como decíamos recién, una de sus características es movilizar
suavemente, incitar e influir. Es el encargado de movilizarnos, despejarnos extrayendo de las
profundidades de El Pozo, la sabiduría del Agua. Un Agua Viva, dadora de Vida. Por eso "...de esa Agua se puede beber". El agua nutre la madera, le da vida. Siempre que profundicemos, penetrando y despejando creencias fijas y cristalizadas, dejándonos nutrir por la refrescante sabiduría del Agua.
En Hexagrama 50, "El Caldero" tenemos El fuego arriba y el Viento abajo
Li, El Fuego, alude a la claridad que se obtiene al adherir a algo superior a uno mismo a través de la docilidad. Está relacionado a la devoción, porque uno adhiere a algo, a una creencia una idea o un principio. Es la conciencia, la percepción, el aclarar e iluminar.
El Caldero
Hexagrama 50
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En El
Caldero, El Viento, La Madera, es quien
da alimento a la llama que nos transformará e iluminará, dentro de este atanor
alquímico que es El Caldero. El Caldero transforma los alimentos crudos en
cocidos, como el plomo representado por lo más básico y elemental de nuestra
naturaleza humana en nuestro oro alquímico.
Tanto el Agua como el Fuego en la mayoría de las prácticas espirituales están vinculados al bautismo y la iniciación. Hallándose presentes como símbolos de purificación, limpieza, regeneración transformación del espíritu y la iluminación.
En estos Hexagramas El Viento, lo suave y penetrante y benevolente presencia de la madera se ofrece como medio, un puente entre dos realidades, la mundana y la divina, una perceptible y palpable y otra sutil e inasible.
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